Asertividad: “La complejidad del término medio”
La persona asertiva es
aquella persona capaz de expresar sentimientos, actitudes, deseos y opiniones
de un modo adecuado a cada situación social que se le presente, respetando esas
conductas en los demás y resolviendo de modo adecuado los posibles problemas
que surjan.
Este concepto representa unos valores que probablemente todos
podríamos suscribir. Sin embargo me ha suscitado algunas reflexiones y
considero que entraña gran complejidad.
Para empezar, el hecho de ser asertivo implica respeto a si mismo, a las propias opiniones, confianza en la capacidad de un juicio adecuado, equilibrio emocional.
Son necesarias algunas habilidades en el manejo de la comunicación
(hay que ser directo, claro y apropiado), son necesarias habilidades sociales
(hay que saber pedir o negar lo que se desea, e interactuar con los demás) y
por supuesto hay que ser poseedor algunas importantes actitudes hacia las personas (respeto, tolerancia, diálogo).
Ser asertivo implica además defender
los propios derechos e intereses sin quebrantar los de los demás, pero ¿dónde
está la línea que delimita los derechos propios y ajenos? No siempre es fácil.
En
muchas situaciones cotidianas me he preguntado:
- Si he sido demasiado vehemente en la defensa de mi postura ofendiendo al otro, ¿he sido asertiva?
- Si he sido demasiado inflexible en mi postura ¿he sido asertiva?
- Seamos un poco más “extremos” ¿Quién delimita los decibelios a los que puedo defender mi postura para no ser hiriente con el otro?
La
asertividad entraña una enorme complejidad comparable a la virtud, al
equilibrio entre la pasividad y agresividad, al justo término, al promedio, al
equilibrio, a la utopía.
Sin
embargo, no hay otra manera lícitamente defendible de comportarse y
relacionarse, así que procuremos ser modelos asertivos, eduquemos en este
talante e intentemos cada día ser sensibles y respetuosos con los demás.
El respeto por uno mismo y por los demás imprescindibles para la asertividad. QUIERO ser asertiva!
ResponderEliminarGracias y un saludo,
Seguro que lo eres, Sara. Tu blog se llama Educación emocional... y destila sensibilidad. Gracias compañera. Un abrazo
ResponderEliminarCuando de verdad defendemos causas justas y beneficiosas para la sociedad nunca perjudicamos al vecino. Bien diferente es cuando defendemos temas personales que solo nos afectan a nosotros y sobre todo si benefician a intereses más que dudosos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta entrada. Dices que "el hecho de ser asertivo implica respeto a sí mismo". Por ahí se empieza. Para mí el respeto es, probablemente, la primera condición para la relación con los demás. Antes que cualquier otra cosa somos personas, y eso merece un respeto. Es importante aprender esto desde pequeños, y necesitamos ejercitarlo continuamente. Todos pensamos que guardamos respeto a los demás, pero a veces no somos tan asertivos y les levantamos la voz, les contestamos enfadados o no escuchamos lo que nos quieren decir. Llevado a un extremo, hemos visto que en los Parlamentos en algunos países se arrojan una jarra de agua o incluso llegan a las manos cuando no se tienen argumentos de diálogo. No podemos pensar que somos superiores a nadie, no podemos ser prepotentes. Hay programas de televisión cuyo único objetivo es criticar a los demás, ponerles a caer de un burro, criticarles duramente, y eso divierte a muchos, a muchísimos, de acuerdo con los índices de audiencia. Y los que lo hacen son prepotentes y, además, cobran por eso, ... y mucho. Pero, en las situaciones normales de la vida, el respeto se alimenta cuidando los pequeños detalles que facilitan la convivencia.
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