Ya estamos con lo de siempre…,
siempre los mismos… ¿hasta cuándo? ¿hasta dónde?
El sistema tradicional de
políticas sociales es ineficaz. Se basa en una política asistencialista que
lleva implícita la noción de pobreza y desigualdad, dirigida esencialmente a necesidades
materiales, e interviene básicamente en paliar las carencias.
La consecuencia es la creación de
sujetos dependientes, no autónomos: Una ciudadanía asistida.
Las políticas sociales deben
orientarse a la creación de una ciudadanía emancipada, educada, libre. Para
ello es preciso considerar los múltiples y complejos factores que configuran
los fenómenos de exclusión e incidir sobre todo desde la educación e igualdad
de oportunidades.
Los excluidos lo son “en” la
sociedad y no “de” de la sociedad, ya que no se encuentran fuera de ella, sino
que forma parte de su estructura. Las dinámicas de exclusión social forman
parte de la sociedad y la solución pasa no por proporcionar asistencia (no
sólo, no definitivamente, no como SOLUCION al problema), sino por transformar las
estructuras y principios de organización social. Esta transformación exige un
proyecto educativo centrado en la emancipación como eje para la construcción de
una ciudadanía libre, autónoma, en definitiva activa y democrática.
Como colofón que remata el
fracaso del sistema asistencialista, revienta la fórmula del “estado del
bienestar” como consecuencia de la crisis económica y financiera. De forma que los
demandantes de ayuda se multiplican de forma inversamente proporcional a la que
lo hacen los recursos disponibles. Nos encontramos así, con una nueva
ciudadanía necesitada de los recursos asistenciales básicos, por debajo del
umbral de la pobreza. En este momento no sólo no se puede dar una ciudadanía
emancipada y educada, sino la asistencia básica para mantener la dignidad
personal.
Participar significa “ser
parte de”, pertenecer, sentirse miembro
y parte de una comunidad; significa además “tener parte”, es decir tener
acceso a los recursos.
Y una vez más los más vulnerables
vuelven a ser los más desprotegidos, no es demagogia, es la realidad presente,
pasada y mucho me temo que futura…
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